lunes, 20 de septiembre de 2021

El horror del silencio

 Anclada a una mesa, inmóvil, el hedor oxidado de los grilletes que ataban sus manos invadía su nariz, su respiración entrecortada se aceleraba para igualar el ritmo creciente de los latidos de su corazón, mientras sus ojos intentaban escapar de sus órbitas buscando una salida de aquella visión surreal.

 De repente irrumpió en la sala con la respiración pesada y andares bruscos, al principio lejano de su campo de visión, le sintió mover objetos que dejaban escapar quejidos metálicos bajos sus manos, mientras balbuceaba gruñidos imperceptibles.

 No pasó mucho para que sintiera su respiración acercarse y su mano tosca acariciando su cabello, el grito que se gestaba en sus entrañas desde que despertó bajo la luz helada y pálida de la lámpara que colgaba del techo, escapó y rebotó en las frías paredes, seguido por una risa horrorosa que evocó sus lagrimas. 

Imagen por @sinescrúpulus maximus

Él pasó de largo recorriendo su cuerpo desde la cabeza hasta los pies, con un toque imperceptible de sus dedos, que a ella le erizó la piel despertando una sensación vomitiva en sus entrañas y entonces lo vio, su rostro barbudo y sus ojos vacíos, ausentes, carentes de emoción, muertos.

 Trozos de cadenas se enredaban en su cabello y en su cabeza a forma de casco deforme yacía un cráneo animal incrustado en su piel, con amenazantes colmillos y cunecas vacías que cuando daba su gigantesca espalda parecía mirarla a través de sus ojos ausentes.

 De espaldas a ella el gigantesco monstruo ubicaba todo tipo de herramientas punzantes en una mugrienta bandeja de metal. Ella lloraba, las lágrimas brotaban a borbotones de sus ojos azules mientras rogaba a dios, al diablo o la parca misma morir en aquel preciso instante, antes que tener que sufrir el  destino que le deparaban las manos de aquel demonio.

De repente se giró y con una sonrisa gélida dibujada en su rostro se aproximó a ella, rasgando el aire con un afilado bisturí en sus manos, acariciando su piel nuevamente, esta vez de pies a cabeza y con la punta del frío instrumento.

Cuando estuvieron cara a cara ella dejó de llorar, él de sonreír y moviendo su mano derecha sacó del bolsillo de su bata amarillenta una jeringuilla , ella volvió a llorar mientras movía su cabeza en negación, el volvió a sonreír mientras hundía la aguja en su brazo.

 De repente todo empezó a desvanecerse, ya no recordaba donde estaba, cada vez era mas difícil mantener los ojos abiertos y la oscuridad se apoderó de ella.

Quien sabe cuanto después volvió del profundo sueño , solo que ahora la oscuridad no se desvanecía, abrió sus ojos pero solo halló sombras, parpadeó pero ya no podía ver …ya no podía ver..

El aroma del óxido aun llegaba a su olfato y los grilletes impedían su movimiento, desesperada, enajenada solo podía gritar pero ningún sonido escapó de su garganta, con todas sus fuerzas intentó un último aullido, luego un quejido leve seguido de una simple palabra pero nada ..ni un sonido escapó sus labios, ni un quejido, ni un susurro.

Mientras, sentado en silencio frente a ella, él observaba en un delicado frasco los dos ojos azules que antes lloraban de miedo y en su mano el bisturí sangriento con el que cercenó sus cuerdas vocales.

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